Cuba enfrenta una doble amenaza: el inminente paso del ciclón Melissa y una crisis interna marcada por la escasez de alimentos, medicinas y servicios básicos que ha generado hambre, desnutrición y el brote descontrolado de virus como el dengue, el chikungunya y el oropouche.
El país aún no se ha recuperado del impacto de la tormenta tropical Imelda, que dejó intensas lluvias y dos fallecidos, y ahora se prepara para otro golpe climático en medio de un colapso económico y social.
Los servicios de salud están desbordados, y enfermedades asociadas a la malnutrición, como anemia, afecciones gastrointestinales y dermatológicas se han vuelto comunes, especialmente entre los sectores más vulnerables como niños y ancianos.
La falta de medicamentos impide el control de virus que circulan sin contención, mientras la población pierde la confianza en la capacidad del Estado para enfrentar la emergencia.
En este contexto, la organización independiente Food Monitor Program ha denunciado la manipulación de las estadísticas oficiales cubanas. La Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), lejos de ser una entidad técnica y neutral, actúa como un instrumento del gobierno para maquillar la realidad, señaló la ONG.
Entre 2018 y 2023, los datos oficiales muestran una caída histórica en la producción de alimentos: el arroz elaborado cayó un 90 %, la carne de cerdo un 93 %, y los lácteos como el queso, yogur y leche evaporada bajaron entre 52 % y 90 %. Incluso el pan, básico en la dieta cubana, se redujo en un 30 %. Estas cifras provienen de la propia ONEI, lo que evidencia que el derrumbe productivo es tan grave que ni el gobierno puede ocultarlo.
Aunque estos datos revelan parcialmente el colapso alimentario, los vacíos informativos son evidentes. La opacidad estadística es parte de una estrategia política que oculta la magnitud de la crisis.
No se publican datos desarticulados por provincias, ni cifras sobre cortes de servicios, desperdicio de alimentos o el peso de la economía informal. Food Monitor Program, por su parte, realiza encuestas independientes para medir el hambre y el acceso a alimentos, intentando visibilizar lo que el Estado no quiere mostrar.
La realidad cubana exige una mirada más allá de los datos oficiales. Según Food Monitor Program, el 94 % de los ciudadanos no cree que el gobierno pueda resolver el problema alimentario, y el 78 % ha pasado hambre recientemente.
En Cuba, cada silencio estadístico es un reflejo del sufrimiento cotidiano. Con Melissa en camino, el país se encuentra en una encrucijada crítica, donde la emergencia climática se suma a una crisis estructural que amenaza la vida y la dignidad de millones.
(Con reporte de Julio Lastra para Radio Martí)
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